En su intento por luchar contra la fuga de capitales y controlar la depreciación de su moneda, el yuan, que roza mínimos históricos frente al dólar, las autoridades chinas han contraatacado aprobando nuevas restricciones que les ayuden a clarificar las dudas que se ciernen sobre su economía.

El pasado 30 de noviembre, el Gobierno chino se comprometió a establecer progresivamente un "plan normalizado" de supervisión sobre las actividades de financiación e inversión de las compañías estatales en el extranjero. Con esta iniciativa esperan garantizar el funcionamiento de los activos estatales y mejorar así, el rendimiento de sus inversiones.

Estos planes, que no se han hecho públicos oficialmente por el momento, implicarían un veto temporal hasta septiembre de 2017 de los grandes acuerdos de inversión y compra protagonizados por empresas chinas, así como un mayor comprobación de sus operaciones en el extranjero.

Pekín prevé prohibir temporalmente aquellas inversiones en el extranjero que superen los 10.000 millones de dólares. Además, también se plantea bloquear las compras de bienes inmuebles en el exterior superiores a los mil millones de dólares.

Durante los nueve primeros meses del año, China ha batido récords con una inversión extranjera que ronda los 137.000 millones de euros. Esta actividad frenética está siendo vista con cautela por autoridades de países como Estados Unidos y Alemania por temor a ver dañados sus intereses nacionales.